abiertos tus ojos para oir


"Abiertos tus ojos para oir" (Nehemías 1,5-11)

Señor me acuerdo cuando Nehemías clamó a tí desde el exilio. Me acuerdo que no lo hizo con rencor, como podrían haberlo hecho muchos en aquella lamentable situación y creo que aun hoy lo seguimos haciendo a menudo en nuestras particulares tribulaciones, sino pidiéndote perdón. Permíteme a mi también acercarme a tí hoy con esa actitud en la que tú ocupas el lugar de Salvador y yo de salvado. Permíteme disfrutar de tus promesas tal y como tú lo has planeado Padre, en el nombre de tu amado hijo Jesús: "Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo. Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre. Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey."

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