Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2011

Marcos 4, 35-41

Imagen
Señor, esta semana ha muerto el abuelito de Érika, después de aguantar en casa muchas semanas de delirios, dolores y -estoy seguro- preguntas que nadie podía responder satisfactoriamente, sobre cómo sería la vida sin él y sobre qué sería de él mismo después de la muerte. Señor, estamos en un mundo más parecido a una tormenta en alta mar que a una verde pradera y sin embargo rara vez acudimos a ti a pedirte ayuda. A menudo damos por sentado que cualquiera que pudiese estar por encima de estas terribles circunstancias nunca se le ocurriría estar también en medio sufriéndola. A menudo te imaginamos lejos de ella, disfrutando de todo aquello que nosotros no podemos disfrutar por no tener tus poderes y no tener tú nuestras debilidades. Hoy Señor quiero verme a mi mismo como se vieron aquellos discípulos tuyos en la barca, a punto de hundirse por la tormenta, clamando a tu hijo -que estaba allí con ellos- como a alguien que sí compartía su dolor y podía compadecerse de ellos. Ven Señor,