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Deseos

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Señor veo que han pasado ocho largos años desde la última vez que te escribí desde este diario. Han sido años difíciles llenos de esfuerzos, de lágrimas y también por cierto de muchos triunfos. Cada uno de los triunfos sin embargo padre se han producido de forma accidental por lo que me da la impresión de que he estado siempre empujando en la dirección equivocada. Gracias por no reírte de mi en cada una de esas ridículas situaciones. Me gustaría pensar que seré capaz de evitarlas en el futuro pero no estoy seguro de poder hacerlo. Especialmente sin tu ayuda. Me gustaría poder concentrarme más en vivir el presente y dejar lo demás en tus manos. Esta vida señor veo que se me escapa entre los dedos y no quedará nada de ella en breve ¿estarás junto a mi cuando pasé al otro lado? Siempre he creído que estabas conmigo de alguna forma y aunque nunca he ido muy lejos confío en que no hay sitio demasiado lejos para ti, demasiado lejos para que no puedas seguir haciendo lo que tu deseas hacer. ¿

mi fortaleza y mi refugio

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Padre eterno, Si no fuese por las palabras de tu hijo Jesucristo, con las que él nos animaba a acercarnos a ti, ciertamente consideraría miserable hacerlo. Señor, tú lo sabes todo, y tú sabes lo que yo soy. Gracias por ese regalo, que al fin y al cabo es tuyo, y tan caro precio tuvo. Tú, mi guía, conoces de sobra mis caminos y las dificultades que le caracterizan. Por eso no quiero entretenerme haciendo una relación de lo que ya sabes, sino concentrarme en darte las gracias porque sé lo cerca que estás de mi también en estos momentos. Tú eres fiel, por eso sé que no dejarás que desfallezca. Te alabo, oh Dios, mi fortaleza y mi refugio. Tuyo sea el poder, la gloria y el honor, siempre. Te quiere, Pablo

muertos

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Señor, no sé si fue tu expreso designio o la falta de alguna vitamina, pero me da la impresión de que siempre he tenido esa siniestra tendencia. Recuerdo que de pequeño, cuando acompañaba a mis padres en vacaciones, si por alguna circunstancia entrábamos en alguna ermita antigua, sentía especial atracción por las pinturas de los muertos. Disfrutaba rebuscando entre las ortopédicas y aburridas imágenes de santos aquellas tumbas rectangulares sobre las que se alzaban pequeñas y regulares personitas ante la llamada de su maestro. Tú mi maestro, estabas allí, conduciendo aquellas anónimas almas fuera de las tinieblas que las habían atado durante tantas y tantas horas, días y años de desesperación. Por alguna razón había entendido que la muerte era un sitio sin retorno al que íbamos todos y esa idea me espantaba. Saber que tú has vencido a la muerte y has prometido levantarnos por encima de nuestra desgracia sigue, sin embargo, dándome el aliento que me falta a menudo. Gracias por que me ha

Marcos 4, 35-41

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Señor, esta semana ha muerto el abuelito de Érika, después de aguantar en casa muchas semanas de delirios, dolores y -estoy seguro- preguntas que nadie podía responder satisfactoriamente, sobre cómo sería la vida sin él y sobre qué sería de él mismo después de la muerte. Señor, estamos en un mundo más parecido a una tormenta en alta mar que a una verde pradera y sin embargo rara vez acudimos a ti a pedirte ayuda. A menudo damos por sentado que cualquiera que pudiese estar por encima de estas terribles circunstancias nunca se le ocurriría estar también en medio sufriéndola. A menudo te imaginamos lejos de ella, disfrutando de todo aquello que nosotros no podemos disfrutar por no tener tus poderes y no tener tú nuestras debilidades. Hoy Señor quiero verme a mi mismo como se vieron aquellos discípulos tuyos en la barca, a punto de hundirse por la tormenta, clamando a tu hijo -que estaba allí con ellos- como a alguien que sí compartía su dolor y podía compadecerse de ellos. Ven Señor,

precisamente ella

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Señor, tú conoces todas las cosas. Recuerdas también, estoy seguro, los detalles que yo mismo habré olvidado de cómo fue germinando en mí el deseo de tenerla a ella, cómo poco a poco iba esa idea tomando forma y cómo me esforcé durante años -contra viento y marea- en que ella fuese finalmente una realidad. Me acuerdo de cómo quise hacerlo sin tener en cuenta tu opinión y, Señor, sabes cuánto valoro que ella no haya pagado por eso. Sé Señor que, a pesar de nuestros esfuerzos, todo lo bueno que contiene el resultado, ha dependido directamente de ti. Has sido tú, Señor, quien lejos del alcance de nuestras mejores y peores intenciones, has ido formándola precisamente a ella, a esta pequeña y preciosa criatura tuya a la que hemos dado nombre de Érika. Sé, oh Padre, que has sido tú quien hiciste que una célula con otra fuese formando este milagro. Sé que, a día de hoy, sorteas con ella los peligros inherentes de esta vida. ¡Gracias, oh Dios, por poner allí dónde no llego yo!. Protege tambi

día del padre

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Ayer, que como ya sabes era el día del padre, mientras Érika jugaba con la vaca bailarina en el asiento de atrás del coche, recordaba con temor lo que hace tres años había omitido intencionadamente en mis oraciones sobre mis lecturas de Nehemías -escritas al principio en este mismo blog. Recuerdo perfectamente que en mis oraciones omití los episodos relativos a las mujeres no judías que según los relatos de Nehemías y Esdras, en consecuencia al arrepentimiento del pueblo eran despedidas. Señor, las omitía, lo sabes bien, porque yo no quería despedir a la mía. Ahora, Padre, veo con más perspectiva que a pesar de lo desgraciado que me he sentido hasta el día de hoy por el mal que me ha sobrevenido hay algo por lo que puedo sentirme bienaventurado; y es que tú me proteges también de mi mismo y de mis propios errores, y que tú pones fielmente ahí donde a mi me falta. Te quiere, tu hijo.

Victoria sobre los enemigos

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"Santo, Santo, Santo, Señor poderoso. El cielo y la tierra están llenos de tu gloria, Bendito en las alturas, Bendito eres tú, que has venido, y vendrás en el nombre del Señor. Hosana en las alturas." "Sourp-Sourp" de Luzine Zakarian (1937-1992) El mundo gime bajo el peso de nuestro pecado; y nos angustia tu ausencia y silencio. Señor y Padre, te alabo y te doy las gracias por tu misericordia,, por la gracia que has mostrado trayendo salvación y luz a mi vida. Gracias por hacerme parte de tu familia. Gracias por perdonar mi pecado, no es que lo hayas ignorado, como si la justicia te diese igual, sino que lo has perdonado con un altísimo precio. Has venido a buscarme cuando yo, rebelde, ignorante y torpe, como una espantosa alimaña trataba de burlarme de ti y de tu voluntad. Padre, por eso sé que me amas y tienes cuidado de mi. Porque no me has dejado ir. Te ruego que me ayudes a vivir con el mismo ánimo la aflicción que la bendición. Señor, ha sido tu voluntad que p