lo queremos todo



Señor, mi Dios, envuelto en la angustia que producen mis crisis familiares y económicas -Padre, sabes cuánto echo de menos a Érika-, oyendo otra vez las palabras que tu hijo Jesús habló cuando estuvo con nosotros, he vuelto a sorprenderme de la confusión de mi mente, de lo distinta que es siempre mi apreciación de la realidad, al juicio que haces tú de ella.

Padre, al volver a descubrir cómo son precisamente los desheredados, extranjeros y pobres aquellos que son bendecidos por ti, Señor, no puedo dejar de recordar también que tu mismo hijo no tuvo dónde recostar su cabeza, ni tampoco una gran familia a su alrededor que le consolase a parte de a ti su Padre, que estabas en los cielos.

Estoy seguro de que tenerle lejos a él tampoco fue fácil para ti. Y Señor, que también eres Padre mío por tu misericordia, necesito pedirte perdón por menospreciar lo que me has dado, porque lo que tengo inevitablemente lo tengo porque tú así lo has querido, y debe ser eso precisamente lo que necesito según tu justa y misericordiosa voluntad. Y a pesar de que por mi poca fe me cuesta tanto aceptar muchas de las cosas que me han pasado quiero ponerme otra vez a tus pies para darte las gracias por todo.

Gracias, mi Padre eterno, porque aunque eres llamado incluso por Pablo como el "destructor" también sé bien que: "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?". Confiado en que es así quedo en tus manos, y si es posible, te lo pido, ten compasión, no tardes,... te lo ruego.

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