liberación


Querido padre. Ya sabes cuánto he recordado esta semana la historia de tu pueblo Israel en Egipto y cómo eso me ha ayudado a entender tu misericordia y tu amor también por mi. Me gustaría que me corrigieses si pienso equivocadamente que tu pueblo, a semejanza de lo que habitualmente me pasa a mi, incluso antes de entrar en el desierto esperaba un tipo de liberación muy distinta a la que finalmente tuvo. Una liberación que no les obligase a dejar la seguridad de lo que ya tenían en Egipto, que no les obligase a adentrarse en lo desconocido, una liberación exenta de riesgos e incomodidades. Señor, ¡qué triste es verse aferrado a cuatro arapos al recibir la vista!. Es fácil engañarse pensando que hacia adelante sólo se puede ir llendo hacia lo que nosostros creemos que está adelante como si realmente supiésemos orientarnos, como si el suelo mismo no se mutase constantemente. Padre, pasado ya el día donde se celebra la paternidad, quiero darte las gracias por haberte acordado de mi, por haberme reconocido en la distancia y haber escuchado mi clamor. Padre, quiero darte las gracias publicamente por haber sido siempre mi ayudador, mi fiel consolador a pesar de haber sido yo repetidamente infiel; mi guía y amigo eterno, salvador y padre. ¡Señor, ven pronto!

Comentarios

Entradas populares de este blog

buscar lo sublime

Deseos

Marcos 4, 35-41